jueves, 5 de julio de 2012

Algo hecho por mi....



Entre tantos libros que leo se despertó hace alguno años una pasión en mi por la escritura. Así fue que siguiendo el estilo de mis más admirados escritores decidí que quería llegar a ser igual que ellos. Aquí hay uno de los tantos textos que he escrito y que los pueden encontrar en mi pagina en Facebook que lleva el mismo nombre que mi blog






La máscara de la muerte

Hay quienes dicen que la avaricia, la codicia y la vanidad, pueden llegar a puntos inimaginables…¿cuál será el limite al que al que llevan?
En una pequeña villa fue donde Rosalie Hale pasó la mayor parte de su infancia. Única hija de un matrimonio adinerado y dotada de una belleza sin precedentes.
Cuando fue adolescente la familia se mudó a la gran ciudad, dejando la vieja y enorme casona de la villa como casa de veraneo. Al fallecer sus padres en un trágico accidente de tránsito la noche de su décimo octavo cumpleaños, Rosalie hereda toda la fortuna de la familia. Siendo esta sabedora de su belleza incomparable y ahora con una gran cantidad de dinero, se sintió la mujer más poderosa del mundo y haciendo oídos sordos a las advertencias de su única amiga de infancia se dejó llevar por la vanidad, la codicia y la avaricia. Vendió la casa de veraneo, el yate privado que le regalo su padre, y el apartamento en el nuevo y lujoso edificio de la ciudad, regalo de su madre, con el único fin de juntar fortuna en un banco de la mayor seguridad.
Rosalie llegó a querer ser la única mujer capaz de atraer muchos hombres hermosos y ricos. Envidió a cualquier persona que tuviera algo que ella no. Y el día de la boda de su mejor amiga ella no se presentó, por el simple hecho de que habría una fiesta de grandes proporciones que no había sido organizada por ella y en la que no destacaría, además de que asistirían solo personas de clase media, que según ella, no estaban a su nivel. Rosalie pasó dos largos años en los que derrochó una parte de su fortuna haciendo fiestas de vez en cuando, en su enorme casa ubicada en uno de los barrios residenciales, que abundaban en la gran ciudad.
Para la noche de Halloween, se le ocurrió hacer un baile de disfraces, e invitó a su mejor amiga a que viniera con su marido (luego de dos años de no hablarse), entre muchas otras personas que solían visitar sus fiestas, todos por supuesto de clase alta. Rosalie prohibió traer puestas mascaras de cualquier tipo, ya que ella tenía planeado usar una y quería destacar como anfitriona, siendo la única que portando una. Días antes de la fiesta mientras recorría un callejón diviso una tienda que no había visto nunca antes. Una pequeña tienda de antigüedades en la que nunca se había fijado se ubicaba al final del callejón y con la esperanza de hallar alguna máscara antigua y original se dirigió hacia ella. Parecía que le hubiesen leído la mente. Pues al entrar lo primero que diviso en exposición en una vieja caja de metal, fue una preciosa mascara, en tonos grises y rosados claros, adornada con una pluma y varias perlas, una viejita algo tuerta se le acerco y hablándole por encima del hombro le dijo el precio de la misma, era costosa, pero era única y preciosa así que la compro.
Antes de irse con la máscara guardada en la vieja caja de metal toda despintada la anciana le susurro algo que Rosalie no entendió. “Aquel que lleve la máscara de la muerte vivirá preso de la vanidad y la envidia, y le servirá al diablo deshaciéndose de aquellos que perturban lo que el portador considere su paz interior”. Ella no entendió nada de lo que la anciana le dijo, así que la miró con cara rara, tomo la máscara, le entregó la enorme suma de dinero y se fue.
La noche de la fiesta Rosalie estaba terminando de arreglarse, solo faltaba la máscara, los invitados esperaban ansioso abajo. A último momento había decidido que quería casarse, y tenía cuatro candidatos esperando en el salón de baile para impresionarlos. Miró la máscara por última vez y recordó el discurso de la anciana. Una mano amiga le ayudó a colocarse la delicada mascara, estaba hecha de algún tipo de material que le daba apariencia de frágil y la hacía algo pesada.
Rosalie consiguió lo que esperaba, cuatro hombres dispuestos a casarse con ella, deslumbro a todos con su atuendo de dama antigua, que recordaba los bailes de la época de María Antonieta en Francia.
Pero a la noche siguiente descubrió a que se refería la anciana. Cuando se miró en el espejo descubrió que tenía la máscara puesta, pero recordaba perfectamente habérsela quitado, y guardado en la caja de metal que tendría que estar tirada al fondo del placar. Luchó y logró quitársela, la rompió y quemó. Pero no solucionaría nada. El error ya lo había cometido al ser tan vanidosa y haberse puesto la máscara. A partir de esa noche Rosalie comenzó a servir al diablo, dejándose llevar por sus peores sentimientos, personas de su círculo social comenzaron a desaparecer y a aparecer días después muertos en algún lugar. Todos asesinados de una certera puñalada en el pecho. No había rastros del asesino, la policía visitaba seguido a Rosalie, que poco a poco comenzó a comprender lo que estaba pasando al encontrarse de pronto en la casa de su mejor amiga vestida con un elegantísimo vestido negro, corto y ajustado sujetando un puñal, cuya hoja estaba completamente dentro del pecho del marido de su amiga, que ya no volvería a respirar, mientras que su amiga temblaba en el suelo dl cuarto, en camisón, tratando de comprender que le había sucedido a aquella adorable muchacha que había conocido. Deslizo el cuchillo una y otra vez por las piernas de su amiga a quien había ordenado acostarse en el suelo, dejando pequeños cortes que forman caminos en las piernas de la pobre mujer. Finalmente hundió el puñal con ganas en el pecho de la mujer, quien ni siquiera grito.
Se miró en el espejo, la máscara había desaparecido, cada vez que iba a matar la máscara se dibujaba en su rostro, era la última imagen que veían las víctimas. Cuando esto sucedía Rosalie perdía control alguno sobre ella, es más, rara vez recordaba lo que había hecho hasta ver el periódico a la mañana siguiente, en donde reportaban la desaparición o la muerte de la persona.
Ya iban veinte personas, conocía muchas y a la mayoría las envidiaba o sentía sentimientos negativos hacia ellas. Mucha gente estaba en peligro y no lo sabía. Otra noche, otra víctima, la misma estrategia, distinto lugar, seducía al hombre, lo llevaba algún lugar solitario y oscuro y entonces la máscara aparecía y era el fin de la persona.
Veinticuatro, ya era demasiado, la policía la interrogaba, pero con los nervios se le hacía difícil mentir. Diez mujeres y catorce hombres, muertos, tenía que parar, pero no podía no lo controlaba. Se estaba volviendo loca, no podía más, se dio varias veces la cabeza contra la pared, con la esperanza de sacarlo de su cabeza, pero no podía. La policía venía en camino, algo había salido mal, la habían descubierto. Se arrojó por las escaleras deseando tener tanta suerte de morirse, pero su cuerpo parecía haber creado gran resistencia, se arrastró a la cocina, tiró todo, se pegó varias veces contra las paredes, llorando como una lunática, pero no eran lágrimas, Rosalie lloraba sangre, tanto orgullo y vanidad la habían traicionado y ahora estaba muriendo.
Abrió y tiro todos los cajones en busca de la cuchilla para carne, la encontró luego de revolver el ultimo cajón que había tirado, saco del mismo cajón un frasco que contenía unas pocas gotas de veneno y las volcó en el cuchillo.
La máscara apareció en su rostro, con más brillo que nunca, sentía que le quemaba el rostro, desprendió su blusa como pudo, prácticamente arrancando los botones y se acuchilló, unos gritos insoportables de dolor y rabia invadieron la enorme mansión. La sangre roja oscuro casi negro corría por el piso de cerámica blanco que había en la cocina.
Cuando la policía entró después de forzar la puerta, lo único que encontró fue a una joven vestida con camisa blanca de mujer y una pollera negra de tiro alto, de cabellos largos y lacios de un color marrón rojizo, tirada en el suelo en medio de un desorden descomunal y de un enorme charco de sangre, el mango del cuchillo asomaba por entre sus pechos y en su rostro, llevaba un mascara de colores gris y varios tonos de rosado, con una pluma y varias perlas a modo de adorno, que taba su hermoso rostro y ocultaba los aun resplandecientes ojos celestes.

4 comentarios:

  1. De verdad, está muy bueno Chofy :)
    Es genial que te encante escribir, creo que no hay nada que se iguale a tomar un lápiz y una hoja de papel y pasmar tus ideas allí (te digo esto porque me ha pasado) :)
    Seguí así, nunca te rindas :D

    Un beso♥

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    1. Gracias Romi. Lo se no hay nada mejor que plasmar los pensamientos en papel, y crear historias que creas en tu mente :)

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  2. Uy que lindo esto!!, ya lo había leído antes, te acordás? antes de que empezáramos con el tema del guión y esas cosas, y la verdad que no me canso de leerlo, jaja, bue ya sabes me parece super lindo, no dudo en que te espera un gran futuro nena!!. Tq♥ sofi, besos.

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    1. Jajaja muchas gracias May!!! Si este cuento el dio origen a nuestro a guion. De lo que he escrito es mi favorito, me alegra que creas que tengo un gran futuro, cuento con el apoyo de todas ustedes para cumplir mi sueño, se que siempre estarán ahí ;)

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