Jugar a las escondidas
Un fulminante resplandor se colaba por entre la gruesa
capa de nubes grises que cubría el cielo. Gregory acababa de salir de clases y
caminaba por la concurrida avenida principal de Montevideo. Le pareció reconocer un rostro entre la
multitud que caminaba en dirección contraria a la de él. Una figura menuda,
vestida con falda y camisa negra que se
acercaba a él, que se quedó parado en donde estaba. La observo pasar por su
lado, y allí se quedó con el gesto de un saludo pintado en el rostro. Se volteó
enseguida para poder ver bien a la mujer, pero esta había desaparecido como
arte de magia. Camino despacio en la dirección de la mujer y volvió a verla una
cuadra más adelante. Mientras caminaba hacia ella comenzó a dudar de si era la
chica que el creía haber visto, pero no podía ver bien a la mujer, diversos
objetos y personas tapaban fragmentos de su cuerpo y rostro y no le permitían identificarla
bien.
Camino más deprisa, hasta que por fin a unos pasos de
distancia pudo verla bien, era ella, Katherine. Aunque Gregory amara profundamente a Alexia y
quisiera pasar el resto de su vida con ella, había algo en Katherine que lo atraía,
no sabía exactamente que era, si su personalidad, su sonrisa o su preciosa
figura, aunque siempre de negro muy femenina. Y ahora hacia ya mucho tiempo que
no veía a Katherine.
Pese a que había acordado encontrarse con su novia
decidió intentar alcanzar a Katherine aunque fuera solo para saludarla. Comenzó a apretar
el paso para seguirla y pareció como si ella hiciera lo mismo. Y en verdad lo había
hecho.
La siguió desde el callejón de la Universidad hasta la
puerta de la ciudadela, sin poder alcanzarla, y cada tanto la perdía de vista y
tenia que desacelerar el paso para ubicarla de nuevo. Pero al cruzar la puerta de la ciudadela la
perdió de vista y no pudo volver a encontrarla.
Cansado de caminar se sentó en un banco de la plaza y
observo a la gente que iba y venia. Se quedó un rato en la plaza, comenzó a anochecer, una espesa
niebla lo cubrió todo y la calle quedo silenciosa y lo único que escuchó fueron
los pasos de un par de zapatos de taco y Gregory reconoció la suave voz que
hablaba por teléfono. Salida de la nada Katherine apareció entre la oscuridad y
la niebla. La vio sentarse en un banco cercano, su rostro reflejaba cansancio, estaba
distinta. La observo un rato, bajo la luz de un farol, mientras Katherine
hablaba por celular y pasaba las uñas pintadas de rojo por el bolso negro que
descansaba en su regazo.
Cuando guardó su teléfono dentro del bolso negro Gregory
logro distinguir que era lo que tenía de diferente, la ausencia de la clásica línea
negra y gruesa de delineador en sus parpados, además de un nuevo color rojo en
algunos sectores de su cabello.
La observo un rato hasta que ella levanto el rostro y
también se quedó observándolo. El celular de Gregory comenzó a vibrar, era un
mensaje de su novia, le respondió que lo buscara en esa plaza y volvió a
observar a la joven que ahora estaba de pie en frente de él.
-Tanto tiempo- le sonrió ella, con esa sonrisa amplia y
hasta simpática que la caracterizaba.
-La verdad, ¿cómo estas?- le respondió el joven.
-Muy bien, ¿tú?- su sonrisa no era tan amplia pero seguía
siendo simpática.
-Esperando a mi novia- le sonrió el joven con picardía.
-entonces, me voy- contestó Katherine algo más fría y se
levantó del banco y comenzó a caminar lentamente.
-Igual todavía va a demorar un rato- la joven se detuvo al
escuchar esta palabra
-De todas formas tengo
prisa. Las vampiras tenemos cosas que hacer en la noche antes que jugar
a las escondidas con un mortal- y con una risita bailando en el viento
desapareció caminando entre la niebla.
Gregory trato de seguirla con la mirada pero la niebla se
lo impidió y finalmente termino fundiéndose en un fuerte abrazo con su amada
que acababa de llegar.
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